Alyra salió de una casa de la zona residencial "alta" después de satisfacer su hambre de pecado capital con un apuesto hombre de la guardia del pueblo... y haberlo retenido el suficiente tiempo como para que su mujer lo estuviese matando en estos mismos momentos.
Se ató los últimos cordones del corsé que llevaba, relamiendo sus carnosos y jugosos labios, acomodándose el pelo con desdén. Kael no la había llamado, por lo que estaba aburrida, saciada, y sin nada que hacer.